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¿Para qué sirven las emociones?

Hablar de las emociones está de moda. ¿Pero cuál es el sentido o la utilidad de las emociones en nuestra vida? Las emociones funcionan como una especie de sensor, como un indicador de cómo nos afecta en un momento determinado lo que ocurre en nuestro entorno. Pondré un símil: podemos sentir en nuestro cuerpo si hace frío o si hace calor, y esto nos sirve para abrigarnos más o menos y poder estar confortables. Si hace frío, nos abrigamos para no enfriarnos; si hace calor, vamos más ligeritos, bebemos más y buscamos la sombra para no deshidratarnos. De la misma manera, si podemos sentir e identificar las emociones, si aprendemos a relacionar las sensaciones corporales que nos producen las emociones, podemos utilizar esta información para guiar nuestras acciones y decisiones cotidianas.

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Las emociones van asociadas a sensaciones físicas y procesos bioquímicos, como el ritmo de la respiración o del corazón, o los neurotransmisores u hormonas que en un momento determinado se ponen en circulación en el sistema nervioso o sanguíneo. Hay que tener en cuenta que todas las personas tenemos un nivel de sensibilidad diferente (del mismo modo que todos tenemos un cuerpo diferente), y esto hace que las emociones se perciban con mayor o menor intensidad. El problema es que a menudo no estamos acostumbrados a sentir  las emociones ‘de baja intensidad’ o si las sentimos no las identificamos. Necesitamos que la alegria o el enfado, por ejemplo, lleguen a ser muy intensas para darnos cuenta de ellas. Esto nos sucede  porque hay ciertas emociones que percibimos o etiquetamos como negativas, como inadecuadas o perjudiciales: la rabia, el miedo o la tristeza. Además,  la mayoría de las personas preferimos evitar o reprimir las sensaciones desagradables, o que nos causan malestar. Cuando estas emociones que llamamos "negativas" se  acumulan porque no las dejamos salir, no las expresamos, el malestar interno también aumenta, tal como en una olla a presión.

Lograr identificar las emociones antes de que se haga la bola demasiado grande es el primer paso para poder gestionarlas. Si la olla a presión no encuentra por donde sacar el exceso de vapor puede explotar. Es la sensación de desbordamiento emocional. A veces no nos llegan a desbordar, però gastamos mucha energia (inconsciente la mayor parte de las veces) en poner un tapón y eso nos produce la conocida ansiedad.  En otros casos, cuando no las gestionamos, algunas emociones nos "queman por dentro" y nuestra vida se marchita, o se nos vuelve amarga, como los garbanzos que se queman dentro de la olla.

Para empezar a conocer las emociones, hay dos aspectos que vale la pena observar. Por una parte, que todas las emociones se pueden agrupar en unes pocas emociones básicas (como familias de emociones): alegría, tristeza, rabia y miedo. Podríamos añadir, según clasificaciones de otros autores, también el ascó y la sorpresa. Y lo que es más curioso, es que las emociones no van solas, sino emparejadas, si nos fijamos un poco nos daremos cuenta que una esconde a otra. Es a menudo el caso del enfado. Cuando estamos enfadados por algo , si puedo dejar que ese enfado se exprese, surgirá a menudo una tristesa de algo que no puedo tener o incluso el miedo de una amenaza emocional o física. Así sucede en situaciones en las que sentimos impotencia, por poner sólo un ejemplo.

Lo más interesante, para concluir, es que todas las emociones tienen una función, una utilidad, y si aprendemos a sentirslas en lugar de evitarlas o reprimirlas, podemos acceder a información de nosotros mismos que nos servirá para actuar de una manera más saludable con nosotros y con las personas que nos rodean para poder, así, disfrutar más de nuestra vida.

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Anna Ferre Giménez

Psicóloga y terapeuta Gestalt y de constelaciones.


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