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Terapia y asesoramiento con muñecos

Los muñecos y figuras en entornos terapéuticos

En psicoterapia trabajamos principalmente con la palabra. Escuchamos la narrativa que trae el cliente para conocer su visión del mundo y usamos el diálogo para promover un cambio en aquellos aspectos y situaciones en las que el cliente busca más salud y bienestar. Sin embargo, muchos profesionales en nuestras sesiones usamos también herramientas visuales como apoyo en algunos momentos de los procesos que acompañamos. Incluir elementos visuales y corporales es esencial en el desarrollo de cualquier proceso de autoconocimiento, porque facilita que emerja mucha información inconsciente rápidamente, lo que nos permite ir más allá de lo que el cliente cuenta para integrarlo en el cuerpo.

Una de las herramientas visuales más potentes que podemos utilizar en una sesión individual en el marco de una intervención terapéutica o de orientación son los muñecos tipo Playmobil. Antes de adentrarnos en lo que entendemos por terapia y asesoramiento con muñecos, queremos puntualizar que en contexto clínico y en asesoramiento en organizaciones podemos trabajar no sólo con muñecos tipo Playmobil, sino también con cualquier conjunto de figuras (piezas de madera, vasitos, tizas, piedras) que pueda desplegarse en una mesa o similar. Nosotros usamos los muñecos tipo Playmobil por varias razones. En primer lugar, representan claramente figuras humanas articuladas (¡existen infinitos personajes!) y son agradables y muy familiares para la mayoría de las personas. Además, los muñecos nos permiten trabajar con la configuración desde lo fenomenológico sin tener que recurrir a un alto nivel de abstracción. A través de los detalles de los muñecos, podemos trabajar con los elementos simbólicos y usar el lenguaje evocador y metafórico para ampliar la imagen interna proyectada en la configuración.

Si bien es muy conocido el uso de muñecos para realizar constelaciones familiares en sesiones individuales, los muñecos (u otras figuras sistémicas) se pueden usar para fines muy diversos, tanto con adultos como con niños. Pueden ser útiles en contextos muy distintos para profesionales que trabajan orientando o acompañando a personas: psicólogos, terapeutas, asesores, educadores y trabajadores sociales, mediadores, orientadores escolares, coaches, consultores empresariales, médicos y pediatras holísticos, pedagogos, logopedas, psiquiatras, etc.

La imagen proyectada: más allá de lo verbal

Pero, ¿qué es exactamente lo que aportan los muñecos a una sesión de terapia u orientación respecto a un enfoque exclusivamente verbal? Cuando un cliente representa una situación con muñecos, en la configuración se hacen visibles algunos aspectos de las dinámicas sistémicas internas que están en la base del problema o conflicto. Es decir, la imagen interna se proyecta en la configuración y se puede ver representada tridimensionalmente a través de unas figuras. Con los muñecos se pueden representar tanto personas, como objetos, emociones o partes internas. Con la exploración detallada de la imagen, tanto si se representa una situación interrelacional –los muñecos representan al cliente y a otras personas- como si se representa una imagen intrapsíquica –los muñecos representan aspectos, emociones o roles del propio cliente además de al propio cliente- emerge mucha información más allá de la exclusivamente racional y consciente. Esta nueva información servirá en primer lugar para ampliar la imagen y para definir con mayor claridad una situación. En segundo lugar, a través de la configuración podremos “testar” qué movimientos son posibles hacia una solución de mayor equilibrio para la persona que consulta.

El núcleo central de la terapia y asesoramiento con muñecos tipo Playmobil es, pues, el concepto de proyección. Son muchas y variadas las herramientas proyectivas utilizadas en psicoterapia y también en otras disciplinas de autoconocimiento. Se usan principalmente como instrumento de diagnóstico y en algunos casos también como herramienta de intervención terapéutica, sobre todo desde el paradigma psicodinámico. En este sentido, los muñecos tienen puntos en común con la técnica de la caja de arena (sandtray) o la terapia infantil de juego. Sin embargo, lo maravilloso del tipo de abordaje que proponemos con los muñecos es que la imagen que ha construido el cliente puede ser explorada conjuntamente entre el cliente y el profesional. Es decir, no es el terapeuta en el rol de experto quien ve cosas que el cliente no sabe ver y se las interpreta desde su marco teórico. En este caso, a través de los muñecos la información consciente e inconsciente que emerge puede ser “vista” por el cliente mismo y comprendida de manera muy directa. El terapeuta o asesor, con intervenciones delicadas y sencillas, ayuda al cliente a fijarse en elementos y aspectos obvios –como colores, posiciones de los muñecos, distancias entre ellos, etc.- y a partir de ello, el cliente accede a comprensiones nuevas o inesperadas. Como se suele decir, “una imagen vale más que mil palabras”, y por eso esta herramienta potencia el efecto de cualquier terapia psicológica o sesión de orientación, porque literalmente amplia la imagen interna de una situación que puede ser vista desde distintas perspectivas, antes más escondidas.

 

¿Cómo se hace terapia y asesoramiento con muñecos?

En Prisca Formación nuestra manera particular de entender y usar los muñecos para acompañar a personas y organizaciones se ha ido construyendo a través de la experiencia en nuestras consultas de psicoterapia: lo vivido, sentido y comprendido al escuchar lo que muchas personas, tanto niños como adultos, nos han contado a través de los muñecos. Cuando hace unos cuantos años empezamos a impartir nuestra formación para otros profesionales, nos dimos cuenta de la necesidad de identificar, desglosar y ordenar conceptos que pudieran facilitar el aprendizaje de este lenguaje. En realidad, es increíble constatar una y otra vez que una imagen interna que podemos representar con muñecos contiene toda la información todo el tiempo, tanto elementos del problema como de la solución.  La información está ahí, solo se trata de encontrar el modo de explorarla y leerla para salir de la historia parcial que nos contamos y poder integrar elementos que están presentes, pero nos han pasado desapercibidos. Se trata de poder mirar una imagen detenidamente, con los detalles, de verle sus diversas caras, e ir encontrando pistas o puertas que nos ayudan. A veces, nos servirán para adentrarnos en nosotros y otras veces nos ayudaran a para tomar la distancia necesaria para tener claridad y serenidad.

Con los muñecos podemos ir alternando información verbal secuencial racional -propia del hemisferio izquierdo- con información más intuitiva, emocional, artística y global -propia del hemisferio derecho- para ir identificando y ordenando parte de toda esta información, aquella información que nos sea relevante en un momento y una circunstancia determinados. Este baile interhemisférico, como le llamamos, es extraordinariamente potente y a la vez simple de bailar con un poco de práctica y dejándose llevar por el ritmo conjunto que se establece en el vínculo terapéutico. Se trata de ver para identificar y de identificar para integrar, que es el objetivo de todo proceso terapéutico o de desarrollo personal u organizacional.

En este sentido, cuando trabajamos con una configuración sí hay ciertas reglas que desde nuestra experiencia es necesario conocer para que la exploración sea de ayuda. Como en todo baile, hay un tiempo para observar de los que saben, otro para aprender los pasos básicos, otro para las piruetas y otro para el arte de dejarse llevar por la música. Los pasos serían la estructura metodológica y el baile sería el despliegue del arte que se hace posible en la confianza y respeto profundo entre cliente y profesional. La herramienta son los muñecos y el conocimiento que se despliega es la base de conocimiento de cada profesional:su marco teórico, su encuadre, su buen hacer y su calidad personal.

No es la herramienta en sí lo que marca el tipo de intervención, sino el tipo de uso que se le da. Por ello se pueden usar los muñecos para objetivos distintos y a distintos niveles de profundidad. Por ejemplo, para “echar un ojo” a una situación en una escuela o en empresa, o para implantar un nuevo procedimiento en una organización, para hacer un diagnóstico, para preparar a alguien para una acción temida, para hacer una constelación o para hacer una intervención terapéutica en algún momento de un proceso de acompañamiento. Una vez aprendidos la gramática y el vocabulario del lenguaje, cada profesional decide si va a escribir un eslogan, tres frases, un poema o un ensayo.

 

Las fases de una sesión de trabajo con muñecos

En relación a lo estrictamente metodológico, y centrándonos en el ámbito psicoterapéutico, distinguimos cuatro fases en una sesión de muñecos: la presentación de la herramienta, la exploración inicial de la imagen, los movimientos de intervención y el cierre de la sesión. La presentación de la herramienta tiene que ver con explicar al cliente qué son los muñecos y para qué sirven, en concreto en la situación expresada por el cliente o paciente. Básicamente se trata de contarle que a través de los muñecos vamos a ver la situación y no solo a hablar de ella. También vamos a decirle qué elementos van a ser representados en el espacio delimitado (puede ser una mesa, pero es muy útil usar una madera giratoria), en función de la situación relatada. Será la propia persona quien elegirá y tocará los muñecos a partir de ahora. De esta fase breve, cabe destacar la importancia de una cierta contención en la cantidad de muñecos: “menos es más”. Es altamente recomendable empezar usando pocos muñecos para que sea más fácil discriminar la información esencial relevante. Siempre estaremos a tiempo de añadir más muñecos si lo necesitamos. También aquí, durante la elección y la colocación inicial se empieza a dejar sentir el ritmo de hemisferio derecho propio de este trabajo: pausado, haciendo silencios mientras se observa, creando un clima distendido a la vez que íntimo.

La fase de exploración de la imagen inicial, sin mover ni añadir nada, es la clave del trabajo. Efectivamente, una buena definición del problema es más de la mitad de la solución. La exploración que proponemos es un trabajo conjunto entre cliente y terapeuta. El terapeuta, mediante preguntas abiertas y señalizaciones va ayudando al cliente a ampliar la historia que cuenta, facilitándole que pueda hablar de lo que él o ella ve en los muñecos, y enseñándole a jugar con lo que ve. Aquí es muy importante señalar que cuando trabajamos con la proyección hablamos de los muñecos, en tercera persona. Esto es así para que el paciente pueda tener la distancia de seguridad necesaria para rebajar barreras mentales y poder salir de lo que ya sabe que sabe para llegar a ver y comprender lo que no sabía que sabía. Se trata de reenfocar y ayudar al cliente a encontrar nuevos significados, siempre desde el profundo respeto del momento del proceso. Como terapeutas o asesores, ofrecemos, pero no imponemos. Es el terapeuta quien sigue al cliente, no al revés.

En esta exploración lo más habitual es que el cliente haga conexiones, tanto desde la parte mental cognitiva como desde la parte emocional. Ahí el profesional se mantiene presente para contener y sostener o para acompañar el contacto emocional intenso, dependiendo del objetivo de la sesión, del encuadre y del vínculo. A través de los muñecos podemos disminuir o aumentar la distancia de seguridad de diferentes maneras para entrar y salir de la conexión emocional, según sea lo que más ayude al cliente en un momento dado. Será la reacción corporal del cliente (además de lo que cuenta) la que ira guiando qué intervenciones ayudan y cuáles no.

En una tercera fase, tras dedicar habitualmente más de la mitad del tiempo a la exploración, podemos proponer algún movimiento en los muñecos para abrir un nuevo escenario. Aquí hay que ser especialmente cuidadosos, ya que los movimientos en la tabla (o mesa) deben respetar tanto el principio de realidad como el sentido de proceso. Esto es, si los movimientos van en la línea de la fantasía, de lo que al cliente le gustaría que fuera o lo considera que “debería ser” sin respetar lo que “es” y sin reconocer qué está en su mano y qué no, podemos estar ahondando en la dinámica del problema, sea contribuyendo a la ilusión mágica, a la superstición o a la desresponsabilización. Por otro lado, si el movimiento en la tabla no está en consonancia con la vida real del paciente por ser un movimiento que requiere mucho tiempo, la persona se desconectará internamente o se sentirá frustrada al salir de la sesión y ver que lo que ha pasado en la tabla no sucede en su vida real. Los muñecos, como el papel, lo sostienen todo, pero las psiques y cuerpos de las personas no. Por ello, desde nuestro punto de vista es un error grave permitir que el cliente (y mucho menos el terapeuta) mueva muñecos que representan a otras personas. Nosotros sólo dejamos que el cliente mueva el muñeco que le representa a él o ella y a muñecos de sus partes, emociones o roles internos. Tampoco sugerimos que el cliente hable en nombre de otros muñecos que representen a otras personas.

En cualquier caso, cualquier movimiento que se proponga debe ser para acercar a la persona a un mejor lugar externo y sobre todo interno: un lugar de más calma, de más claridad, de más protección, etc. en función de su demanda inicial. Para ello, desde nuestra mirada sistémica, es necesario que cualquier movimiento respete los tres principios sistémicos básicos, que a efectos didácticos hemos simplificado en tres verbos: integrar, ordenar y equilibrar. Eso es lo mismo que decir que debemos ayudar a completar la imagen que tiene el cliente, incluyendo cada vez más aspectos (lo doloroso, la sombra, lo excluido, etc.) de manera ordenada (cronológicamente) y equilibrada (costes y beneficios, incluidos los beneficios secundarios inconscientes o los costes no percibidos). Además de tener esta concepción sistémica en la mirada, hay diferentes maneras de ver en las configuraciones de muñecos si estos principios están presentes y de qué manera. También existen diferentes ejercicios o formatos semiestructurados que podemos proponer a un cliente para trabajar específicamente alguno de estos principios cuando se detecta que hay mucho caos, desorden, desequilibrio o piezas que faltan en alguna situación.

Finalmente, cuando detectamos que ha sido ya suficiente trabajo interno para una sesión (de nuevo, “menos es más”, podemos cerrar el trabajo teniendo precaución de recoger respetuosamente los muñecos. Debemos asegurarnos de que la persona pueda sentirse más orientada o conectada, aunque a veces puede ser muy útil dejar que se sienta más inquieta para que el trabajo siga su curso fuera de la sesión. Aquí la decisión debe sobre todo tener en cuenta que es lo que el o la cliente necesita en un momento dado y también si vamos a poder seguir acompañando posteriormente a esa persona o no.

 

Del método a la magia

Estas son algunas de las ideas principales de nuestro enfoque del trabajo con muñecos, pero aun habiendo desarrollado una metodología clara y estructurada en la que definimos lo que sí ayuda y lo que no en una sesión de muñecos, el desarrollo y la efectividad de una sesión depende de muchos otros factores ya comentados: el ámbito profesional donde se aplique, el marco teórico de referencia del profesional, el encuadre de la sesión, la calidad del vínculo terapéutico, etc. Por ello antes de terminar este artículo, citamos aquí la misma advertencia que hacemos en el libro que recoge este trabajo “Cuéntalo con muñecos” (Anna Ferre Giménez, Octaedro, septiembre 2020): “ningún manual de ninguna herramienta puede remplazar los conocimientos y actitud profesionales esenciales cuando acompañamos a otros a acercarse a sí mismos y a encontrar sus propios caminos. Sólo desde nuestro más profundo respeto a nuestros pacientes y alumnos, desde nuestra mirada abierta y de genuina curiosidad por lo humano, podrán los muñecos desplegar toda su magia”.

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© Anna Ferre Giménez, psicóloga, terapeuta Gestalt, de constelaciones y de trauma.

Sobre la autora: Anna Ferre Giménez es psicóloga sanitaria, diplomada en traducción, terapeuta Gestalt, de trauma (Somatic Experiencing® del Dr. Peter Levine) y facilitadora de constelaciones. Además, está formada en trabajo corporal para terapeutas y en el programa SAT de Claudio Naranjo. Actualmente tiene consulta cerca de Barcelona y es directora de Prisca Formación, que ofrece formación en terapia y asesoramiento con muñecos y otros recursos terapéuticos para profesionales de la relación de ayuda.

 

 

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