¿Cómo construir una relación de pareja sana?
Es necesario, en primer lugar, comprender que una relación de pareja se va construyendo a lo largo del tiempo, va cambiando, pasando por diferentes fases. Cada momento de la relación tiene distintas necesidades, y los miembros de la pareja deben ir adaptándose a estos cambios. No es lo mismo la pareja en inicio de relación que la pareja que convive, que la que tiene hijos pequeños, pareja con hijos adolescentes, con padres al cargo o con cualquier otro tipo de circunstancia vital. Los cambios de etapa suelen ser momentos críticos. Por un lado, están las necesidades de cada uno de los dos miembros, por otro lado, las necesidades de la pareja como conjunto.
Normalmente, la primera fase de una relación de pareja la constituye el “enamoramiento”. Este periodo se caracteriza por una idealización del otro, sólo veo sus virtudes y el otro sólo ve las mías. Es el periodo “feliz” en el que el otro es maravilloso y me hace sentir a mi maravillosa. Con el tiempo, la realidad digamos que “se amplia” y empezamos a sentir en el otro cosas que no nos gustan. Muchas relaciones no superan esta fase. Si obviamos lo que no nos gusta del otro y esperamos que algún día cambie, estamos sembrando la semilla de una relación insatisfactoria, en la que a la larga se vivirá la desilusión, desconfianza o reproche por un lado, y la falta de compromiso o el agobio por el otro.
Pasada la fase de enamoramiento, una relación sana se construye atendiendo a la realidad de lo que sucede en la relación y como me está afectando a mi lo que sucede. Una relación sana sólo se consigue cuando los dos miembros están sanos, y eso también requiere tiempo. Muchas parejas pueden ser estables sin ser sanas, por ejemplo en casos en los que uno domina y el otro se deja dominar, cuando hace de mamá/papá al otro y el otro se infantiliza. Estas relaciones pueden tener estabilidad, pero no ayudan a los miembros a crecer juntos y desarrollarse personalmente y avanzar en las distintas etapas vitales.
Estar sano pasa por reconocer lo que yo necesito y lo que quiero o no quiero. Una vez reconocido lo que yo espero de la relación y lo que no me sienta bien de la relación, es necesario responsabilizarme de las decisiones propias que eso implica en la vida cotidiana, sin exigir al otro miembro que me dé todo lo que quiero o que cambie para que se adapte a mi 100%. Ahí empieza la negociación dentro de la pareja. Cada cual debe definir sus necesidades (algunas prioritarias, otras menos) y ver si puede ocuparse de ellas, al mismo tiempo que valora si está en disposición de convivir con las necesidades del otro. Sería algo así como yo uso mis brazos para mis cosas, tu usas los tuyos para las tuyas, y ponemos los cuatro brazos de vez en cuando para sostenernos juntos cuando solos no podemos.
¿Cómo saber si tengo una relación de pareja sana?
Tengo una relación sana si me gusta mi vida de pareja, en términos generales. Es una obviedad, pero a veces nos sentimos apagados, agobiados o aburridos o controlados dentro de la pareja y no hacemos nada con esas sensaciones más allá de quejarnos. Esas sensaciones pueden deberse a una mala relación en la pareja, a la dependencia o a la desconexión emocional y eso no debe pararse por alto. Hay que saber de donde surgen estas sensaciones y si tienen que ver con la relación o son temas personales pendientes de solución que proyecto en mi pareja. (Un ejemplo de esto sería cuando digo que mi pareja me agobia pero en realidad la presión viene de las responsabilidades de ser padre/madre; a mí me parece que la pareja me pide algo, cuando es la propia circunstancia vital la que lo requiere).
En definitiva, una persona tiene una relación de pareja sana cuando está con otra persona porque quiere estar y disfruta con ello, y no porque necesita a esa persona para sentirse segura, valiosa o completa.
La relación de pareja es sana cuando:
- siento amor y respeto por el otro y me siento amado/a y respetada por él/ella
- nos comunicamos en la pareja a través del diálogo, y no hay violencia, discusiones continuas o reproches
- disfrutamos de pasar tiempo juntos a solas y también en compañía de otros, del mismo modo que cada uno en la pareja disfruta de hacer actividades con otras personas sin la pareja, o individualmente.
- expresamos y recibimos afecto mutuo a través de contacto corporal agradable y una sexualidad compartida placentera.
- Afrontamos los problemas y dificultades de la relación con responsabilidad personal y compartida
- Siento que mi libertad personal y mi compromiso hacia el otro están equilibrados
- Puedo apoyar a mi pareja y sentirme apoyado/a por ella cuando la situación lo requiere.